12 de enero de 2018

Pesca de altura

A primera vista aquel lugar en mitad del océano era como cualquier otro, pero el recuerdo de algunas buenas capturas hechas en esas aguas hacía que volviese cada cierto tiempo. Tiraba mi red en un movimiento envolvente y amplío y, después, dejaba que el tiempo pasase; divagaba, soñaba, me perdía en las nubes, jugaba con la espuma, hasta que subía la malla a cubierta, intentando calibrar por el peso si el esfuerzo y el tiempo estaban bien empleados, sabiendo de antemano que lo que verdaderamente vale es la calidad de la pieza, sus significados. Después, tras escoger algunos ejemplares, devolvía el resto al agua.
Y es que no hay nada más triste que un montón de palabras boqueando como peces agonizantes, más aún cuando puede que las necesites en otra ocasión, en cuanto quieras escribir otro microrrelato.

(microrrelato incluido en “Menguantes”, libro que puedes descargarte en este enlace)

5 comentarios:

  1. Excelente Luísa, me ha gustado mucho.
    Besicos muchos

    ResponderEliminar
  2. Hay que respetar las capturas, para no perder el diccionario. ;)

    ResponderEliminar
  3. Un magnífico relato que con la expresión: "palabras boqueando como peces agonizantes", lo haces sublime.

    ResponderEliminar
  4. Las palabras siempre sirven, en cada momento, las suyas.
    Hermoso relato, Luisa.
    Un abrazo

    ResponderEliminar